LA OBESIDAD Y LOS AZÚCARES
La ingestión excesiva y continua de azúcar refinada si puede generar obesidad, pero sólo se logra al obligar a sujetos a ingerir cantidades tan exorbitantes que generan náuseas. No existe una adicción por comer más azúcares de lo que el cuerpo requiere, pues con el paso del tiempo se vuelven poco apetecibles al paladar y consecuentemente se reduce en forma espontánea su ingestión.
Presentaré al lector algunos estudios recientes relacionados con este tema:
AZÚCARES Y OBESIDAD
Los platillos tradicionales basados en maíz y frijol, como el pozole, han sido prohibidos a los obesos. Los que creen engordar por comer pan y pastas, se asombrarán al saber que esto es falso; el secreto está en la preparación. Leamos lo siguiente:
Durante años se creyó que comer azúcar provocaba obesidad y por lo tanto se elaboraron dietas que reducían s ingestión. En la década de los ochentas se popularizó un método opuesto con dietas altas en azúcares. Estas técnicas gozan de gran aceptación en Estados Unidos y países de Europa.
¿Quién empezó este desorden de eliminar grasa corporal a través de azúcares? Se lo debemos a un ingeniero a quien se le advirtió le quedaban pocos días de vida por tener sus arterias tapadas. Estudió los hábitos de distintas culturas primitivas, pues es típico que en ellos se reporte la ausencia de arterias tapadas. En 1974 el ingeniero Pritkin presentó en su libro un análisis de los hábitos alimenticios de los tarahumaras de México y bantús en África.
Concluyó que presentan una frecuencia tan baja de ateroesclerosis (arterias tapadas) debido a su manera especial de comer. Según Pritkin, para mantener un estado de salud excelente y disminuir ateroesclerosis era necesario ingerir cantidades abundantes de azúcares y disminuir o inclusive eliminar la ingestión de grasas.
Estas recomendaciones tuvieron éxito, pues sus pupilos, al igual que él, redijeron la ateroesclerosis y además bajaron de peso con alimentos supuestamente engordantes. Fueron tan importantes los estudios de Pritkin que actualmente son raras las publicaciones científicas que atacan a los hidratos de carbono (azúcares).
¿Cómo se baja de peso comiendo frijoles, pastas, pan y otros alimentos que se limitan o prohíben en la mayoría de las dietas? Para entender por qué funcionan estas estrategias primero estudiaremos la manera como el cuerpo maneja los azúcares.
Para que el organismo utilice los alimentos primero debe digerirlos. No todos los alimentos se digieren con la misma facilidad: el más latoso es la proteína. Los azúcares también son difíciles de digerir, sobre todo si se toman a través de frijoles, papas y pan. Pero ¿cuáles son los nutrimentos que pasan casi intactos al cuerpo? Las grasas.
Se requiere de energía para la digestión. El trabajo desarrollado por el intestino puede compararse al de los músculos de las piernas y brazos al jugar básquetbol durante una hora.
Como el cuerpo humano es muy listo decide utilizar parte de los alimentos que están en el intestino para obtener esta energía. Por lo tanto no todo lo que deglutimos llega a la sangre. Cuando comemos 100 uvas, 23 se utilizan para obtener suficiente energía para digerirlas. Después de la digestión sólo quedan 77 para ser aprovechadas por el organismo. Cuando comemos 100 gramos de grasas, sólo 3 se queman en el proceso de digestión: el resto se almacena y la grasa se va acumulando en el organismo.
¿Ya se perdió con estas explicaciones? No se preocupe, pues las conclusiones de estudios tan complicados son divertidas y fáciles de recordar. Veamos qué provecho podemos obtener de todo esto: Los que ingieren grandes cantidades de azúcares no refinados difícilmente presentan obesidad pues una buena parte se utiliza en el proceso de digestión.
Los que comen grasas fácilmente la acumulan en el organismo, pues casi todas llegan a la sangre.
En un estudio se observó que aumentar 80 gramos de grasa a una dieta normal provocaba un incremento rápido de peso. Sin embargo el estudio también demostró que al incrementar la misma cantidad de calorías en forma de proteínas y azúcares no se registraba aumento de peso.
Esto explica por qué no se encuentra una relación entre el volumen de alimentos ingeridos y la obesidad, pero sí un vínculo directo entre la obesidad y la cantidad de grasa ingerida en la dieta.
Podemos tomar gran cantidad de azúcares sin acumular grasa. Acheson administró 500 gramos de azúcar (equivalente a 42 tortillas o 21 tazas de pasta) a obesos y no observó acumulación de grasa en las siguientes nueve horas. Esto sugiere que un gordo puede comer 1 Kg. De azúcares (equivalente a 84 tortillas) en 24 horas y mantenerse esbelto o inclusive bajar de peso.
¿En qué benefician estos estudios? Si vamos a excedernos al comer algún alimento, es preferible ingerir azúcares para disminuir el riesgo de provocarnos obesidad.
CARBOHIDRATOS COMPLEJOS Y OBESIDAD
Los azúcares se presentan en la naturaleza de distintas maneras: con una molécula (monosacáridos), dos moléculas (disacáridos) y múltiples moléculas (polisacáridos). Los primeros se conocen como hidratos de carbono simples. Los polisacáridos (muchas moléculas apelotonadas) son conocidos como hidratos de carbono complejos.
Al cuerpo le cuesta mucho trabajo digerir un polisacárido o un hidrato de carbono complejo, además lo absorbe con gran lentitud. Algunos ni siquiera son digeridos por el organismo y se les conoce como fibra; ésta mejora las funciones del intestino, retrasa el vaciamiento gástrico e inhibe la absorción de grasas.
Todos estos eventos son de gran beneficio pues reducen el riesgo de presentar obesidad.
Cuando se comen pocos azúcares y mucha grasa suceden dos cosas: no se satisface el hambre por lo que difícilmente se percibe saciedad y ¡se acumula la grasa ingerida en exceso!
Cuando se aumentan hidratos de carbono complejos se presenta la reacción opuesta: los que ingieren grandes cantidades de azúcares no refinados difícilmente comen excesos de grasa (el enemigo número 1 de los obesos).
Todos los hidratos de carbono complejos (pastas, cereales, frijol, haba, lentejas, alubias, papas, etcétera) se consideran como alimentos ideales en las nuevas técnicas de reducción.
He notado tan sólo unos cuantos de muchísimos estudios realizados sobre azúcares. La manera más fácil para convencerse que los datos reportados son ciertos: ¡cómalos y adelgace!
EL EJERCICIO IDEAL:
LA CAMINATA
La falta de actividad física no genera obesidad y el ejercicio no sirve para eliminarla. Una actividad inapropiada inclusive puede favorecer mayor acumulación de grasa corporal.
¿Es un mito que el ejercicio ayuda a eliminar exceso de grasa?
Al igual que con las grasas y los azúcares, la respuesta orgánica es diferente para cada tipo de actividad física y guarda una relación directa con la intensidad de la misma. Una actividad intensa es poco útil para eliminar grasa corporal. Peor aún, al asociarse con una dieta mal balanceada, incrementa la grasa abdominal.
Los que pasan su vida sudando “la gota gorda” sólo en contadas ocasiones logran una discreta reducción, pero jamás la suficiente como para eliminar todos los excesos. Muchos incluso dejan el ejercicio pues observan cómo lentamente empeoran su problema.
Existe una extraordinaria actividad que favorece la movilización de grasa corporal: caminar. Esta actividad genera una movilización de grasa 15 minutos después de iniciada y su efecto máximo se obtiene a los 30 minutos.
No hay técnica, dieta o medicamento conocido hasta le fecha que genere una respuesta más rápida. Además la caminata reduce más grasa que cualquier otra actividad física.
Si en su vida existe poco tiempo para dedicarle al ejercicio, camine. Con sólo 15 minutos de actividad ya está logrando un beneficio. Si la incrementa 30 o 45 minutos, mucho mejor.
Un mito que existe en la mente de los obesos (y en algunos especialistas en obesidad) es que mientras más intenso sea el ejercicio, más reducción de grasa se obtendrá. Esto es falso ya que al realizar una actividad física intensa se está quemando azúcar (glucosa) y no grasa (triglicéridos).
En una carrera de 100 metros a la máxima velocidad posible se utiliza 100% de azúcar y 0% de grasa.
La actividad que más grasa moviliza por unidad de tiempo (60% de grasa contra 40% de azúcar) es la caminata. Al realizar un ejercicio más intenso se está limitando la posibilidad de reducir grasa de cintura.
Si le interesa ser EL GORDO MÁS RÁPIDO DE LA COLONIA póngase a correr, pero si lo que desea es resolver su problema camine.
Se ha demostrado que el obeso al caminar gasta la misma energía que el delgado al correr. El exceso de peso produce un incremento de gasto calórico para cualquier tipo de actividad física. Guarde mucho respeto ante el sencillo evento de caminar ya que se trata de una actividad extraordinaria.
La caminata se clasifica como el ejercicio aeróbico, al igual que la natación, bicicleta y aeróbicos. La única diferencia es que al no ser violenta, los beneficios van a ser diferentes.
Le permite adquirir tono y fuerza muscular, con lo que se evita la flacidez del cuerpo durante un programa de reducción. Por otro lado y quizá lo más importante: se obtiene un gran beneficio en el sistema cardiovascular y respiratorio.
En la medida que la caminata se prolonga su cuerpo necesita más reservas de energía (grasa). Manteniendo activo su organismo logrará cambiar grasa (que está utilizando para continuar el ejercicio), por músculo (el cual está fortaleciendo través de las repeticiones).
Además de ser una herramienta útil para perder kilos, puede ser una actividad muy divertida que reduce estrés y sube moral. Está demostrado que el ejercicio incrementa la auto estima, reduce la depresión y ayuda a eliminar la tensión y el estrés cotidiano.
Si ha seleccionado a la caminata para comenzar su programa de actividad física es importante que obtenga el mejor provecho.
¿Cuál es el momento ideal para realizarla? Se obtiene el máximo beneficio al despertar y después de ingerir el alimento más pesado del día. Pero no voltee su vida al revés para programar su ejercicio de manera correspondiente. Una mejor recomendación es realizarlo cuando más lo desee y pueda disfrutarlo.
¿Desea hacer otra actividad que reconoce como más placentera, o ya está haciendo otro ejercicio? Cualquier actividad aeróbica favorece la movilización de grasa, siempre que no sea violenta o provoque molestias como falta de aire o sudoración profusa.
Cuide la intensidad de su actividad. Un ejercicio violento aumenta masa muscular, fatiga, sudoración o falta de aire, está perdiendo la oportunidad de movilizar grasa.
Durante la primera y tercera semana se recomienda llevar acabo actividad física mínima. Los energéticos (calorías) que estará recibiendo a través de las recomendaciones son reducidas y es posible que una actividad moderada provoque incremento de grasa corporal.
Tenga en mente que hasta la fecha no existe una Olimpiada de obesos para establecer quién es el más rápido o más hábil. No intente convertirse en el deportista más gordo de su colonia.
Si ya tiene tres meses con actividad física intensa y constante (más de tres veces a la semana y más de una hora al día) inicie con las recomendaciones de la semana cuatro en adelante.
CONCLUSIONES
La obesidad es una enfermedad que se consideró como problema de estética no de salud. Se realizaron pocas investigaciones serias al respecto y así cualquiera podía inventar sus propias teorías sobre sus causas y su particular manera de tratarla (o maltratarla).
Actualmente existen investigaciones científicas sólidas que nos demuestran porqué se aumenta la grasa. Aún existen muchas situaciones desconocidas, pero se puede definir con precisión al enemigo y preparar estrategias sensatas para eliminarlos. Los mitos no caben en las mentes de quienes desean resolver su problema. ¿Y qué podemos decir de la manera tradicional de eliminar la obesidad? No se engañe por los efectos de las dietas a corto plazo. Se baja de peso, pero esta reacción es transitoria y más importante aún, la reducción inicial es secundaria a la pérdida de músculo con agua y no de grasa.
Existen muchísimas técnicas para reducir exceso de grasa, pero como se sustentan en la teoría de engordar por comer no logran su objetivo a largo plazo. Se baja para volver a subir y así se sigue en un juego interminable de “yoyo” en donde el único perdedor es el obeso.
¿Cómo se elimina la obesidad? Con ejercicio moderado y con un programa nutricional balanceado y suficiente.
En cuanto a las cantidades, estas no tienen por que limitarse, siempre y cuando se evite la ingestión excesiva de grasas.
EL MITO DE LA BÁSCULA
Pesarse es una experiencia angustiante y dolorosa para los que tienen exceso de peso. Suben a la báscula nerviosos y al encontrar que no han obtenido lo deseado sufren gran frustración y enojo. Su más grande anhelo se convierte en su peor verdugo.
Desgraciadamente la comunidad médica insistió de manera errónea durante años en tomar en cuenta la báscula e intentar reducir de peso, cuando esto no tiene sentido.
La báscula también tiene su negro antecedente en el turbio historial de los tratamientos de obesidad. Millones alrededor del mundo se han castigado (y siguen haciéndolo) por los resultados obtenidos en la báscula. Preste poca atención a su peso y más interés a las circunferencias de su cuerpo.
El mayor inconveniente que existe con la báscula es que tiene una baja especificad.
Especificad es un término usado con frecuencia en medicina y su significado es el siguiente: la capacidad de un estudio para definir o diagnosticar con precisión alguna enfermedad.
Por ejemplo, el termómetro es poco específico. No podemos saber si una persona tiene fiebre porque esta infectado, acaba de presentar una hemorragia cerebral, ha desarrollado algún tipo de cáncer o se encuentra con una reacción alérgica.
El peso se modifica por muchas razones que nada tienen que ver con reducción o incremento de grasa corporal. Voy a presentar algunos ejemplos para explicar esta situación:
EJEMPLO 1: Una mujer angustiada decide pesarse diariamente para saber exactamente en qué momento empieza a engordar. Encuentra, con sorpresa, que a pesar de cuidarse en forma exagerada, sube de peso en su ciclo menstrual. Decide erróneamente que está engordando y castiga aún más su dieta, cuando la causa real de su incremento es la menstruación.
EJEMPLO 2: Una joven decide vacacionar en un sitio caluroso y observa que a los dos días aumenta dos kilogramos de peso, inicia una dieta de reducción en plenas vacaciones, a pesar de que la ropa le sigue quedando igual. Ella no sabe que cualquier incremento de temperatura ambiental favorece a la acumulación de agua con aumento de peso y no un incremento de grasa corporal.
EJEMPLO 3: Una joven decide cuidarse con ejercicio y se decepciona al darse cuenta que en vez de bajar de peso, está subiendo. De nada le sirve la explicación del entrenador quien asegura que el incremento es por aumento de músculo y a pesar de que su ropa le queda más floja, decide suspender su ejercicio para no continuar subiendo de peso.
EJEMPLO 4: Una joven acude a una fiesta, en donde toma dos copas de bebidas alcohólicas. Observa arborizada que a las 48 horas sube hasta dos kilos de peso y decide ponerse a dieta para eliminar lo que ha incrementado. Ella no sabe que la ingestión de bebidas alcohólicas favorece la retención transitoria de líquidos y no un incremento de grasa corporal.
EJEMPLO 5: Una señora decide acudir con el médico de moda para bajar de peso y sale de la consulta con una bolsa llena de pastillas, gotas y polvos. Desde el primer día nota que debe correr al baño cada media ora y evidentemente la báscula le muestra que ha perdido 4 o 5 kilogramos de peso. Hace caso omiso a sus necesidades urgentes de ir al bao y continúa con su tratamiento, sin darse cuenta, o peor aún, engañándose al creer que esa pérdida de peso es por reducción de grasa y no por la eliminación de agua causada por algún diurético.
EJEMPLO 6: Un señor acostumbra cuidarse con dietas reducidas en azúcares, en una ocasión se toma un postre y encuentra que l día siguiente aumentó dos kilogramos de peso. Concluye en forma incorrecta (a pesar de que su ropa le sigue quedando igual) que 100 gramos de pastel se han convertido en dos kilogramos de grasa. El no sabe que las dietas bajas en azúcares lo deshidratan a uno y que al tomar azúcares se recuperan 2 Kg. De agua y no de grasa corporal.
La báscula no define con precisión el aumento o disminución de grasa corporal. Peor aún, no determina qué tanto exceso tenemos. Al subirnos a la báscula pesamos grasa, músculo, agua, hueso y vísceras. No podemos saber qué tanto peso corresponde a cada uno de ellos.
El exceso de grasa se define con más precisión con la cinta métrica al medir las circunferencias de abdomen y cadera.
El martirio provocado al pesarse no sólo es innecesario, además es ilusorio pensar que la báscula nos pueda decir qué tanta grasa conservamos o hemos perdido con dietas.
Si un individuo sube de músculo conforme elimina grasa puede hasta aumentar su peso y esto no debe interpretarse como mal resultado o incremento de obesidad. Si baja de peso puede deberse a pérdida de músculo y no de grasa.
Bajar de peso muchas veces significa que existe una enfermedad.
La tortura, tristeza, desasosiego o posiblemente felicidad que experimentamos al pesarnos jamás guardará relación con la grasa acumulada en el organismo.
¿Vale la pena pesarse? Si se hace correctamente, nos puede servir como uno de muchos indicadores para precisar los cambios generados por las dietas.
Una manera más exacta y elegante de vigilar los cambios del cuerpo es a través de lo que en la medicina se llama antropometría. Esta es una palabra rebuscada para una actividad relativamente sencilla: la medición del cuerpo con cinta métrica. Si en algún momento de su vida ha acudido a un sastre para que le arreglen una prenda ya conoce la antropometría.
Quien tenga un verdadero interés por reducir exceso de grasa (y no sólo esté engañándose en que desea hacerlo) deberá aprender a medir sus circunferencias del cuerpo.
A continuación presentamos la manera adecuada de tomarse medidas.
CONTROLE SUS MEDIDAS
La báscula es limitada para valorar la obesidad, por lo tanto tiene poco sentido usarla como método único para vigilar los efectos de una dieta de reducción.
Para estar seguro de que la báscula no miente, de preferencia tome su peso en una de tipo clínica que se encuentra en consultorios médicos.
Debe ser la misma báscula ya que tomarse el peso en distintas sólo provoca confusión.
Debe ser la misma hora pues conforme avanza el día siempre se aumenta de peso.
Por último debe hacerlo desnudo o con ropa interior ligera.
Estas recomendaciones nos sirven para saber con precisión qué tanto hemos modificado de peso, pero jamás nos dirá cuánta grasa hemos eliminado.
La manera más práctica es usando un cinta métrica que nos revela de manera y sencilla la grasa que hemos perdido.
CÓMO MEDIRSE
Idealmente debe hacerlo cada semana, a la misma hora del día y bajo condiciones semejantes, por ejemplo; antes de comer y después de ir al baño. Utilice una cinta métrica de las empleadas por costureras. De ser posible, tome sus medias acostado sobre un suelo firme.
Tome sus medidas desnudo, o con ropa interior que no ajuste ya que las telas gruesas y prendas elásticas dan falsos resultados.
Hay que ser honesto al tomar medidas ya que bien tomadas son excelente indicadoras de los cambios en el cuerpo, no ajuste la cinta o contraiga el abdomen par obtener mejores resultados.
Mídase descalzo ya que el tacón modifica la circunferencia de la pantorrilla.
Si es descuidado al medirse, los resultados serían cada vez diferentes. En este caso concluirá erróneamente que la grasa aumenta o disminuye, según la equivocación. Por eso debe practicar en múltiples ocasiones hasta obtener cifras confiables. Así aprenderá a tomarse medidas rápidamente y sin errores.
SITIOS EN QUE DEBE MEDIRSE
1). Busto: sobre los pezones.
2). Cintura: a la altura del ombligo.
3). Cadera: sobre la máxima protuberancia glútea por encima del hueso del pubis.
4). Muslo: en la ingle, donde se une al cuerpo.
5). Pantorrilla: tome varias medidas hasta encontrar la parte más gruesa.
En la siguiente tabla podra anotar sus cambios:
CÓMO RESOLVER
(O EVITAR) LA OBESIDAD
Investigaciones recientes han dejado claro que si es posible eliminar el exceso de grasa, pero que se requiere de una serie de nuevas estrategias para obtener este preciado objetivo, que incluyen la necesidad de ingerir todo tipo de alimentos.
Los estudios más alentadores hablan sobre la existencia de un área de nuestro cerebro que nos indica exactamente lo que debemos comer, la cantidad y la hora en que debemos hacerlo. A esta región se le conoce como el Centro de Apetito y Saciedad.
Esta región funciona de una manera extraordinaria hasta los 5 o 6 años de edad y múltiples estudios han reportado que infantes ingieren alimentos perfectamente balanceados solo con prestarle atención a lo que su cuerpo les pide.
Después de los 6 años de edad dejamos de escuchar a este Centro, e iniciamos una forma de comer que favorece acumulación de grasa corporal. Desgraciadamente este estilo prevalece tanto que el 30% de nuestra población presenta obesidad y el 60% exceso de peso.
Muchos estímulos alteran nuestra capacidad para escuchar este Centro como son: estrés (tensión emocional); ausencia de actividad física o bien excesos de la misma; actividad sexual; cualquier pensamiento placentero, la ingestión de una serie de sustancias como café, tabaco, alcohol, etcétera.; y sobre todo las ideas y costumbres que se tengan sobre lo que debe y no debe comerse.
El evento que más daña el Centro de Apetito y Saciedad es la enseñanza que recibimos de niños. El pequeño lleva acabo una excelente dieta hasta los 5 o 6 años de edad, para posteriormente desobedecer lo que su cerebro le indica y comienza a seguir malos hábitos heredados por la familia y la sociedad.
Dicho de otra manera, se requiere de constantes errores de los padres durante por lo menos cinco años, para echar a perder la extraordinaria habilidad del niño para comer en equilibrio con tan solo escuchar los impulsos biológicos.
No existe razón para creer que esta región del cerebro ha sido dañada en los obesos y que ya no les sirve para controlar su apetito.
Se ha demostrado que la región encargada de mandar las señales de hambre y saciedad sigue funcionando correctamente.
Los obesos no comen en equilibrio simplemente porque ignoran las señales envidas por su organismo y deciden que es preferible seguir hábitos de alimentación fundados en mitos y creencias erróneas. Por ejemplo: hay que comer poco de todo; mantenerse constantemente en ayuno; sentir culpa al comer; reducir la ingestión de azúcares; etcétera.
La única manera de resolver la obesidad es aprendiendo a escuchar nuevamente ese Centro de Apetito y Saciedad y comiendo lo que desee en la cantidad que el cuerpo pida.
Esto es difícil de obtener y no se logrará en un día, una semana o un mes. Pero después de aplicar las recomendaciones que se presentan en este libro tendrá la posibilidad de comer lo que el cuerpo le pida hasta saciarse y reducirá exceso de grasa.
COMER DE TODO SIN MOLESTIAS
Espero haberlo convencido que debe comer para reducir su exceso de grasa. Ahora sólo queda por mencionar un pequeño detalle que le ahorrará molestias, preocupaciones y frustraciones; qué es lo que sucede cuando alguien a dieta vuelve a comer de todo.
EL FENÓMENO DE REALIMENTACIÓN
Al final de la Segunda Guerra Mundial se descubrió en forma accidental y desafortunada, lo que sucede cuando un individuo en ayuno vuelve a ingerir todo tipo de alimentos: algunos prisioneros de guerra que lograron sobrevivir los campos de concentración fallecieron trágicamente ante los cuidados de sus salvadores. Cuando se les dejó comer en forma libre y abundante, murieron por las intensas alteraciones generadas en el tubo digestivo. Esta reacción, nombrada fenómeno de realimentación, fue descrita en los obesos por el doctor Wayne Callaway. Encontró que cuando un obeso a dieta toma alimentos en forma libre desencadena reacciones semejantes a las descritas en los prisioneros de guerra.
Se presenta distensión abdominal, diarrea intensa, náuseas con vómitos y formación de gases en el tubo digestivo. Lo menos peligroso (pero más desagradable) es un incremento en la báscula que llega a ser hasta de 6 kilogramos en una semana.
Desgraciadamente las nuevas estrategias de reducción, con las cuales s elimina grasa corporal ingiriendo todo tipo de alimentos, casi siempre generan fenómeno de realimentación.
Puede disminuir esta reacción y en pocos días comer de todo sin grandes molestias. Par tal motivo se elaboró in programa de inducción que el lector aplicará durante las primeras tres semanas. A continuación anotaré las recomendaciones para evitar al máximo las molestias mencionadas:
INICIE CON PEQUEÑAS PORCIONES DE ALIMENTOS
Quien haya evitado las pastas notará que presenta diarrea al volver a ingerirlas. Para reducir estas molestias haga lo siguiente: cuando se indique algo que no ha comido previamente, inicie con pequeñas porciones. Incremente la cantidad paulatinamente y notará que en pocos días puede ingerir lo que desee sin molestias. Si desde hace mucho no ha disfrutado de platillos pecaminosos (y sabrosos) tenga paciencia y pronto comerá sin molestias.
Quien sufre alguna alteración de su digestión (colitis o gastritis) encontrará que después de tres semanas podrá comer casi de todo sin trastornos digestivos.
INGIERA MÚLTIPLES ALIMENTOS AL DÍA:
Si acostumbra comer varias veces al día continúe con este buen hábito. Tenemos más facilidad para ingerir lo que sea al brindarle varias oportunidades, que al forzarlo en una sola ocasión. Una galleta diaria durante un año es poca cosa, pero 365 galletas en una sentada provocarán trastornos en cualquiera. Si su hábito es de no tomar algo entre comidas, aprenda a comer con más frecuencia.
NO HAGA CASO A LOS COMENTARIOS
DE LOS “EXPERTOS” SILVESTRES:
Aunque la recomendación de ingerir todo tipo de alimentos para adelgazar le parezca al principio absurda, con el tiempo se convencerá que es lo más conveniente. Comer de todo casi siempre genera miedo y culpa en los que se cuidan. Si además le hace caso a la comadre, quien se considera experta en el tema, puede dejar de comer lo indicado y esto sólo ayudará a que sigan burlándose de cualquier nuevo intento de reducción.
Aunque le juren y perjuren que el pan engorda, haga caso omiso de los comentarios y dedíquese a ingerir lo indicado en el menú.
NO PUBLIQUE EL HEHO DE QUE SE ENCUENTRA EN TRATAMIENTO DE REDUCCIÓN:
Si desea conocer todas las nuevas estrategias, los médicos de moda, tes, polvos, licuados, pastillas y biorritmos posibles, haga público su compromiso de reducir de peso. Seguramente escuchará en más de una ocasión “no pierdas el tiempo, ese plan es pésimo, me consta, mira lo que como y lo panzón que estoy, mejor te recomiendo este polvo que es maravilloso…”
Hasta que obtenga cambios en su cuerpo (aproximadamente en 4 semanas), no intente convencer a los demás de su programa, pues el resultado bien podría ser lo contrario.
Cuando sus amigos observen que se encuentra eliminando exceso de grasa, tendrá una poderosa arma para convencerlos que lean este libro y aprendan a comer de todo (no lo preste y dígales que compren otro ejemplar).
TRATE DE INGERIR LOS ALIMENTOS “ENGORDANTES” SIN SENTIR CULPA
Para muchos es casi imposible comer lo que se les antoja sin vivir la sensación de miedo, culpa o inclusive intensa angustia. Si durante años ha evitado ciertos alimentos por miedo, al ingerirlos sentirán que automáticamente se acumulan en la cintura.
Muchos se sorprenderán al constatar que aún sintiéndose más gordos, las prendas le quedarán mejor. En este programa no se siente que se está bajando, por lo que debe constatar cambios con cinta métrica, prenda medidora, o báscula.
La realidad es que al comer de todo en forma racional difícilmente se provoca aumento de peso o medidas. Si le es imposible eliminar la sensación intensa de angustia tenga en mente que la única manera de estar seguro de que comer de todo no engorda esta haciéndolo.
Debe llegar el día en que logre sentarse a la mesa para disfrutar de su comida, adelgazar y obtener todo esto sin sentirse culpable.
El programa se divide por semanas. En su inicio moderará los alimentos ingeridos para reducir el fenómeno de realimentación.
Conforme avancen los días, incrementará cantidad y calidad de nutrimentos, hasta lograr total y absoluta saciedad. Será posible comer lo que se desee: frijoles, pastas, pan integral, refrescos no dietéticos, plátanos, aguacate, almendras, cacahuates, aceite vegetal, cereales, pasteles y hamburguesas. Suena atractivo, ¿verdad?
Aunque la técnica funciona por si sola, vale la pena que entienda por qué funciona. Así iniciará el plan sin las emociones inapropiadas de ansiedad y culpa.
Si es como la mayoría que se cuida para no subir, seguramente tiene temor, o pánico, a muchos alimentos. Por eso recomiendo que vuelva a leer cuidadosamente la primera parte de este libro, con lo que espero logrará comer de todo sin miedo o culpa.
Las recomendaciones se ajustan a las costumbres más frecuentes de nuestras amas de casa. Quienes acostumbran comer fuera con frecuencia encontrarán técnicas más accesibles en mi otro libro Qué Hacen los Malditos Flacos Para Estar Flacos.
En esta semana usualmente se presenta una reducción importante de peso y medidas, que en ocasiones es hasta dos tallas en cadera. Deben prestarle poca atención a los cambios que presenten, pues la intención del programa de inducción es preparar al organismo para recibir todo tipo de nutrimentos y no eliminar la obesidad.
Si aumenta de peso debe acudir con un nutriólogo o médico para que vigile su realimentación.
PREPARÁNDOSE PARA CAMBIAR LA MANERA DE COMER
Modificar hábitos no es tarea fácil (aunque tampoco imposible). Para tener éxito en nuestro intento por eliminar exceso de grasa es necesario tener muy claros los objetivos que deseamos cumplir.
Debe quedar muy claro que no existe un “después de”. Por lo tanto es indispensable que entierre para siempre los pésimos hábitos provocadores de obesidad y los cambie por costumbres que favorecen una figura esbelta. Estos son los hábitos que deben existir en la vida de cualquier ex obeso:
1. Ingiera algo al despertarse.
2. Siempre desayune.
3. Ingiera algo entre desayuno y comida.
4. Siempre coma.
5. Ingiera algo entre comida y cena.
6. Siempre cene.
7. Ingiera algo antes de dormirse.
8. Incluya todos los nutrimentos en el menú.
9. Modere la ingestión de grasas de origen animal.
10. Utilice con prudencia grasas de origen vegetal.}
Lo más importante para lograr un cambio permanentemente de hábito es la paciencia. Si busca con desesperación una pérdida rápida de peso o medidas, no se dará la oportunidad de modificar su manera de comer.
Una reducción lenta no debe desanimarlo. Tarde o temprano obtendrá el objetivo deseado. La impaciencia sólo favorecerá que cambie este programa por una cura “milagrosa” que a la larga provocará mayor acumulamiento de grasa.
Si le es absolutamente indispensable obtener una figura espectacular en 24 horas y no obtenerlo le provoca frustración, lo que necesita es más bien apoyo psicológico que un programa de reducción.
Una figura esbelta no nos da la felicidad inmediata. Ésta se obtiene más fácilmente con un helado de chocolate. Las recomendaciones del libro pueden ser al principio aburridas. Debe aprender a disfrutar de muchos alimentos nuevos y antes de que esto se logre, seguramente el menú le parecerá algo insípido.
Una dieta rica en grasas saturadas es más sabrosa por naturaleza. Por lo tanto debe prepararse para tolerar frustraciones. Si hoy no pudo estar delgado a pesar de ser muy disciplinado con su insípido programa, no importa. Ya el día de mañana lo obtendrá.
Si reconoce que tiene pobre tolerancia a la frustración será preferible que, antes de intentar modificar algún hábito de alimentación, busque ayuda profesional en un psicólogo, o bien en grupos de auto ayuda conocidos como Comedores Compulsivos.
ESTO ES TODO POR HOY MAÑANA EMPEZAREMOS CON LOS CONSEJOS Y TECNICAS POR SEMANAS DE INDUCCIÓN A UNA BUENA ALIMENTACIÓN
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